El Cardenal Camarlengo Kevin Farrell fue el encargado de cerrar el ataúd del papa Francisco

El Cardenal Camarlengo Kevin Farrell fue el encargado de cerrar el ataúd del papa Francisco

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El velorio del Papa Francisco en la Basílica de San Pedro atrajo a miles de fieles que querían rendir homenaje a un líder reconocido por su cercanía a las personas y su visión compasiva. A lo largo de tres días, la emblemática basílica se convirtió en un punto de encuentro para aquellos que deseaban presentar sus respetos y reflexionar sobre el legado de pontífice.

Desde temprano en la mañana, se comenzaron a formar largas filas en los accesos, donde los asistentes, algunos de ellos venidos de distintos países, se preparaban para entrar en un ambiente cargado de solemnidad y emoción.

Las medidas organizativas y de seguridad fueron una prioridad durante el velorio. Un amplio despliegue de efectivos de seguridad y personal de la iglesia garantizó que el evento se llevara a cabo sin contratiempos. Se implementaron controles en los accesos y se establecieron rutas específicas para los asistentes, con el fin de facilitar el flujo y minimizar el tiempo de espera.

Además, se hizo especial énfasis en el respeto y la tranquilidad, de manera que cada persona pudiera tener la oportunidad de ofrecer sus oraciones y despedidas ante el ataúd del Papa.

El clima emocional durante este periodo fue palpable, con muchas personas visiblemente conmovidas al recordar las enseñanzas y el impacto del Papa Francisco. Las lágrimas y las sonrisas se entrelazaban entre los presentes, que conversaban sobre anécdotas y reflexiones que habían compartido a lo largo de los años bajo su liderazgo.

La Basílica de San Pedro, con su impresionante arquitectura y su iluminación tenue, proporcionó un fondo solemne para esta despedida, convirtiendo la ocasión en un momento de unión y conmemoración global, simbolizando el profundo legado del Papa Francisco en la comunidad católica y más allá.

El rito de sellado del ataúd del Papa Francisco es un acto significativo en la tradición católica que simboliza el cierre de un capítulo en la vida del pontífice. Este rito no solo marca el final del velorio, sino que también refleja la solemnidad y el respeto que la Iglesia Católica otorga a sus líderes, especialmente en momentos de despedida.

Durante la ceremonia, se llevan a cabo diversos rituales que están impregnados de profunda simbología y religiosidad, lo que aúna la creencia en la vida eterna y la importancia del servicio papal.

El sellado del ataúd fue dirigido por el Cardenal Camarlengo Kevin Farrell, quien desempeñó un papel central en la ceremonia. Como Cardenal Camarlengo, Farrell es responsable de la gestión de la Santa Sede durante la sede vacante, así como de los aspectos litúrgicos asociados a la muerte del Papa.

Su participación subraya la importancia eclesiástica del evento y su significado no solo para los fieles, sino también para el clero. Farrell, guiado por la tradición, eligió un ceremonial que honraba la vida de Francisco, destacando su legado de amor y compasión.

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